24 abril 2011

Una historia real

Os voy a contar una historia real que me pasó en mis días en Noruega:

Todos los días, cuando terminaba de cortar el césped en el campo de golf, iba a pescar al muelle de la fábrica de pescado y allí siempre coincidía con un señor mayor, de pelo muy blanco y ojos azules que vestía ropa que le correspondería a alguien 30 años más joven que él. Era sueco y hablaba un perfecto inglés (y algo de español), así que acabamos teniendo largas charlas mientras cogíamos alguna que otra caballa. Había sido un importante ejecutivo  de Volvo y había viajado por todo el mundo. Ahora estaba jubilado y pasaba gran parte de su tiempo en las Islas Lofoten, pescando y tomando el sol de medianoche.

Un día, mientras estábamos sentados al borde del muelle y nuestros pies colgaban varios metros por encima del agua gélida del fiordo, me puso la mano en el hombro y me preguntó:

-Hijo, si te mandaran a una isla desierta y sólo pudieras escoger una cosa, ¿qué te llevarías?.

Rápido contesté:

-Una mujer que me gustara.

Negó con la cabeza. Se rió. Esperó a sacar del anzuelo una caballa recién robada al mar. Y dijo:

-Error, hijo. La respuesta es un libro. Al libro tú no tienes que gustarle para que te haga feliz. 

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